Artista Indie: Las 5 verdades más duras
Ser músico independiente tiene muchas cosas buenas y otras que no lo son tanto. O, para ser sinceros, ¡ser músico independiente tiene cosas buenas y cosas horribles, cosas que apestan! De eso vamos a hablar hoy, de esas cosas ingratas (que, aun siendo muchas más, agruparemos en 5 secciones principales) a las que tenemos que enfrentarnos a diario. Y a las que debemos aceptar con un poco de sentido del humor.
1. El dinero manda
Cómo ganarlo, cómo administrarlo, pagar las facturas, mantener a una familia, buscar o no otro trabajo fuera del sector musical… ¡El maldito dinero, el vil metal! Y disponer de él ni siquiera te garantiza el éxito, ¡resulta que además es imprescindible tener una buena red de contactos! El dinero y los contactos son dos de las cosas que hacen girar el mundo. De los contactos hablaremos más adelante. Tratemos ahora del asunto principal: el efectivo.
Una gran compañía que pague mi desenfrenado ritmo de vida y un manager personal que lo solucione todo: esto es el éxito
Sí, por supuesto, todos hemos soñado con la llegada de ese momento. Pero la dura realidad es que la mayoría de nosotros nunca fichará por una multi ni tendrá un asistente personal que le saque el perro a pasear, los músicos independientes nos vemos obligados a lidiar solos con todo tipo de problemas, el primero de ellos, el del dinero.
Hay músicos independientes que llegan a la cima (sí, algunos), otros a un punto intermedio que les permite contratar a un publicista, o a un diseñador, tal vez a un productor de cierto nombre (pueden darse por afortunados), otros que consiguen vivir modestamente de la música o de trabajos relacionados con ella (algo es algo), y otros tantos a los que su música les acompañará toda la vida aunque no ingresarán ni un solo dólar por ella (quien no se consuela es porque no quiere).
Quienes nos dedicamos a la música sabemos que el dinero no lo es todo
El dinero no lo es todo (¿de verdad?), aunque sin él la carrera musical de cualquiera se convierte en una cuesta muy empinada. Pero, lo repito, no lo es todo, y desde luego no es lo más importante. Y ¿qué es lo más importante? Para nosotros lo más importante es la música, el compromiso que cada uno de nosotros adquiere con su propia música. El trabajo, la minuciosidad, el poner en tus canciones todo lo que llevas dentro, la satisfacción que supone saber que lo has intentado con todas tus fuerzas, aunque las cosas no hayan salido como esperabas… Puede sonar a filosofía barata, pero esto es lo más importante, y es algo que el dinero no puede comprar, aunque nuestra pasión por la música, desgraciadamente, no pague ni un 10% del alquiler en un apartamento compartido.
Y admitamos también otra cosa: disponer de poco dinero puede estimular la creatividad
Una creatividad que puede llevarte a conseguir resultados extraordinarios gestionando de manera óptima un pequeño presupuesto, o utilizando de manera diferente una herramienta de marketing, una app, una plataforma… Pensemos que en el negocio musical aparecen a menudo «matagigantes», y un modesto intérprete de música urbana puede convertirse de la noche a la mañana en un rey del streaming, muchos bombazos musicales provienen de la escena independiente y están protagonizados por artistas que son pioneros en su manera de entender la música y el mercado. La mejor canción de la historia (por lo menos de la tuya) está aún por escribirse.
2. La gestión de las emociones
La competitividad, la inseguridad, la envidia, el agotamiento físico y mental… El costo emocional de dedicarse a una profesión como es la de músico, en la que la aceptación popular es clave, puede ser muy alto.
La música de esa otra banda está teniendo mucha más repercusión que la mía
Así es, todos hemos sentido que alguien que se lo merecía mucho menos que nosotros está llegando a una audiencia que está fuera de nuestro alcance. O hemos sentido envidia de los recursos de los que dispone tal o cual artista. Y también nos ha pasado al revés: después de cosechar un pequeño éxito (a nivel local, por ejemplo) hemos podido sentir la envidia de quienes creíamos eran buenos compañeros de profesión que se iban a alegrar de ver como dábamos un paso adelante en nuestra carrera. En la escena independiente podemos encontrarnos con personas fantásticas y otras que no lo son tanto, e incluso darnos cuenta de que nosotros mismos somos capaces de albergar emociones «feas».
Si yo tuviera sus contactos, se me abrirían muchas más puertas
Sí, es cierto, los contactos son indispensables. Es muy difícil tener una carrera musical ascendente sin contar con los contactos necesarios en la industria. Nuestro trabajo, quizá mucho más que otros, es así, y es un verdadero asco que así sea, para qué negarlo. Pero estamos en esto por la música y no lo vamos a dejar, así que… ¿Por qué no pensar más en relaciones genuinas y personales, y no exclusivamente en los contactos fríos y «profesionales»?
A lo largo del camino como músicos vamos a encontrarnos a personas estupendas, a artistas con los que surgirá una sintonía especial, a encargados de una pequeña sala que nos harán sentir como estrellas del pop, a promotores enamorados de nuestra música a quienes no les importe haber perdido una cantidad considerable de dinero financiando nuestra gira, porque nuestra música, lo que de verdad importa, les encanta… Es bueno darse cuenta de que la música forma parte de algo más grande, la VIDA, y no debemos olvidarlo si no queremos que nuestra carrera musical discurra por el camino de la amargura.
Es bueno relativizar. Y también hay que recordar que cada uno de nosotros es verdaderamente único, y que para llegar a dar lo mejor de nosotros como artistas puede ser bueno no compararse en exceso con los demás, porque hacerlo puede generarnos inseguridad y porque, por mucho que se empeñen, los demás nunca podrán tener lo que sí tienes tú.
3. El tiempo
El tiempo, la falta de tiempo, el paso inexorable del tiempo… La gestión del tiempo y la lucha contra él marcan (¡y de qué manera!) la carrera de todo músico independiente.
¡No sé de dónde demonios sacar más tiempo!
Todos tenemos esta sensación, una sensación que provoca ansiedad, frustración, cansancio… Si tengo que hacer promo, no puedo componer, si le dedico la mañana a una canción, no estoy con la familia, si me voy el fin de semana de gira, pierdo los ingresos de mi trabajo de medio tiempo. Y, por si fuera poco, cada seis meses aparece una nueva plataforma, o una nueva app, y lo que he aprendido parece no servirme para nada.
Muchos músicos pensamos con frecuencia en tirar la toalla, pero el «todo o nada» no lleva a ninguna parte. Tarde o temprano volveremos a sentarnos al piano o a grabar en nuestro estudio casero. Ya lo hemos hablado más arriba. La música forma parte de algo más grande, la VIDA, y en esta vida hay que saber priorizar y dar a cada cosa su tiempo.
¡El tiempo pasa y no voy cumpliendo mis objetivos!
Es triste y duro, sí, pero es la realidad: a veces no somos capaces de alcanzar los objetivos que nos habíamos marcado. Los años pasan y tu nombre no ha aparecido en letras grandes encabezando ningún cartel; en tu último concierto solo había 10 personas y eran todo caras conocidas (entre ellas la de aquella ex del instituto con su próximo marido, tal vez te contraten para la boda); ya ni siquiera tus amigos escuchan tus canciones; el fantasma de tu padre te recuerda que deberías haberte dedicado a la venta de productos farmacéuticos; tienes 48 años, es domingo, por no tener no tienes ni la resaca que sufriría un Kris Kristofferson… Pero, ¿vas a rendirte ya, cobarde?
Consuélate. Hoy cenarás solo en tu fast food preferido, sin que nadie interrumpa el curso de tus pensamientos y tu inspiración. Y tal vez, entre bocado y bocado de colesterol, escribas en una servilleta la letra de la canción que habla de tus desgracias cotidianas (los perdedores siguen teniendo su público, el sufrimiento vende), canción que acabará comprando una productora como canción intro de la próxima serie exitosa. Esta es la actitud. Créetelo, estás a solo un pasito. Un esfuerzo más (repítete esto último todos los días del año tantas veces como sea necesario, tal vez seas de florecimiento tardío).
4. La realidad no cumple con mis expectativas
¿Estamos todo el rato dándole vueltas a lo mismo? Sí y no. ¡No lo sé, a veces uno no sabe demasiado bien de qué está hablando! Pero hay algo que sí es seguro: ser músico independiente, ser músico o artista, conlleva aceptar cierta cuota de derrota de antemano.
Mi última canción no es tan buena como yo sé que podía llegar a ser
A todos nos pasa. «En mi último concierto mi voz sonó insegura, desaproveché la oportunidad, cuando he cantado esas canciones un millón de veces a solas y fue como si estuviera delante del micro un ángel. ¿Y qué me dices del último video que subí a YouTube? Mi aspecto era lamentable, debería haber pensado un poco más antes de subirlo. Por no hablar de mi última campaña de marketing; la veo y me caigo mal.» A ti te parece el fin del mundo, pero la realidad es que la gran mayoría de gente ni siquiera se dará cuenta de que has desafinado en una grabación.
¿Conoces esta sensación de derrota? Yo también, y es inevitable. De los errores se aprende, y esto es una de las mejores cosas de ser músico independiente: aprender de tus errores. Tú eres tu propio maestro. Y esto último no se puede comprar con dinero (en caso contrario, habrías contratado a un «coach», y aprenderías de sus errores, no de los tuyos).
5. Ser músico independiente implica escuchar a los demás
Vamos terminando. Casi todo lo que hemos hablado anteriormente apunta a mantener el propio criterio, reforzar la confianza en uno mismo, no pensar demasiado en los demás, aislarse para que las decisiones que tomas con respecto a tu música y tu carrera musical sean tuyas, sean… Independientes.
Asúmelo: no estás solo en el mundo
Un amigo que ha escuchado mucha música puede aconsejarte para bien que cambies la estructura de una canción. Un productor puede recomendarte que no te empeñes en repetir un solo de guitarra. Las analíticas de tu actividad en redes sociales pueden sugerir que tienes que cambiar tu forma de hacer las cosas. Un músico independiente aspira a vivir (aunque sea sólo en parte) de la música, y la música se hace para que alguien que no es uno mismo la escuche, la música, para serlo, necesita una audiencia, un «mercado».